martes, 24 de septiembre de 2013
I'm so excited
Para Valentina
Porque no sabiendo lo que hago, a veces las figuras que dibujo saben lo que hacen.
Ellas se colocan, y se paran en un momento de su danza, de su movimiento.
El tiempo se detiene con ellas, en ese instante en el que las miro.
Y como no dejo de imaginarlas intensamente, con la imaginación metida en el cuerpo, parece que vivieran en mi.
Y están fuera, y dentro, siempre al mismo tiempo.
Mientras tu instante de sueño sigue, yo busco la linea que separa tu cuerpo del aire.
Marian Alzola
Septiembre 2013
Imágenes de la pasión
La imagen de las cosas se amontona en los últimos dibujos de Marian Alzola, apretándose allí la efigie del mundo visible hasta el punto de querer contarse todo al mismo tiempo. Pero, ¿cuántas cosas pueden verse a la vez, cuántos dibujos caben unos dentro de otros sin que su figura se descomponga radicalmente, deformándose, convirtiéndose en una abstracción?
Los límites del ojo son puestos a prueba en esta suerte de palimpsestos siguiendo la estela de las superposiciones de Picabia de los años treinta, o su reinterpretación posmodernista en manos de David Salle y Sigmar Polke durante los ochenta: se trata de explorar por transparencia la máxima cercanía entre los puntos diversos del mundo, forzados en la superficie del papel o del lienzo a una proximidad inesperada, casi intolerable, que los aboca a la confusión de su identidad específica.
El fondo neutro común a todo este proceso y que Marian mantiene en todos los trabajos de la serie, nos ofrece sin embargo todavía un plano de referencia y estabilidad que frena de algún modo el encadenamiento vertiginoso de las partes, donde al cabo cada una de ellas empieza a cumplir las funciones de la contigua o de la que se le cruza y atraviesa, al modo de los célebres “cuerpos sin órganos” deleuzianos. Las piezas del cuerpo del atleta, por ejemplo, detenidas en una secuencia de poses estáticas al modo de las cronofotografías de Muybridge o Marey, son intercambiables entre sí, mientras que cuanto las rodea se funde con otros objetos, seres y escenas para revelarnos posiciones, posturas, acoplamientos inéditos.
Nos encontramos, pues, ante el mundo de la rocalla: la amalgama completa de los órdenes: lo mineral en continuidad indisoluble con lo vegetal y con lo animal, formando cierta unidad específica que a pesar de su aspecto natural sólo el artificio ha podido destilar. Hablamos, pues, antes de la voluptuosidad del Rococó, capaz de expresar la concupiscencia de cada detalle, inanimado o no, antes que el desbordamiento barroco de las disciplinas o las figuras. El mundo se nos presenta así como un plegamiento infinito (de nuevo con Deleuze), sí, pero sometido a una sensualidad y un nerviosismo que nada tiene que ver con las fuerzas del Barroco. Lo dice con toda claridad y bastante gracia la propia artista desde el título elegido para cobijar estos trabajos: I’m so excited... nerviosa, excitada, pero también encantada e ilusionada.
Del universo barroco no es fácil decir algo semejante, más bien se nos muestra exaltado, exuberante, ubérrimo o desbocado, pero el nerviosismo y la excitación es más propio del carácter craquelado, fino y tan refinado del Rococó. De ello participan estos dibujos sobre papel de lija de Marian Alzola, donde, según cómo se miren, una pose gimnástica puede llegar a apuntar disimuladamente lo procaz, la ropa tendida expresar lo más sutil y exquisito, velando el desnudo y la vergüenza, o el vuelo de las aves organizar las fuerzas invisibles que, como el deseo, las pasiones, la voluntad de respirar, crecer, procrear, animan la vida. Que así sea.
Óscar Alonso Molina
-Naz de Abaixo, Lugo, agosto de 2013-
El cuerpo encogido de soledad.
Una mano que busca entre las piernas del alma y la mirada imaginada, querida, invasora, que obliga a cubrir con vergüenza el rostro.
¿De qué se esconde la redonda exuberancia?
No hay vestidos para el adorno. Solo ropa lavada, sábanas que ocultan secretos.
Mujeres con la cabeza agachada y los ojos cubiertos de la mirada Otra, que no delaten si se prepara la usurpación; que no se descubra tampoco la cesión y la ilusa ventaja.
El ánimo se amilana y los pájaros se abaten desde cielos oscuros.
En los muros infantiles, azules y blancos, por fin los recuerdos de seguridad y protección.
¿Qué deseará la bella de mirada profunda?
¿Con qué mirada sueña?
La vita non é sempre rose e fiori.
¿Hay hombres en equilibrio?
Sagrario Sánchez de Castro
Septiembre 2013
Porque no sabiendo lo que hago, a veces las figuras que dibujo saben lo que hacen.
Ellas se colocan, y se paran en un momento de su danza, de su movimiento.
El tiempo se detiene con ellas, en ese instante en el que las miro.
Y como no dejo de imaginarlas intensamente, con la imaginación metida en el cuerpo, parece que vivieran en mi.
Y están fuera, y dentro, siempre al mismo tiempo.
Mientras tu instante de sueño sigue, yo busco la linea que separa tu cuerpo del aire.
Marian Alzola
Septiembre 2013
Imágenes de la pasión
La imagen de las cosas se amontona en los últimos dibujos de Marian Alzola, apretándose allí la efigie del mundo visible hasta el punto de querer contarse todo al mismo tiempo. Pero, ¿cuántas cosas pueden verse a la vez, cuántos dibujos caben unos dentro de otros sin que su figura se descomponga radicalmente, deformándose, convirtiéndose en una abstracción?
Los límites del ojo son puestos a prueba en esta suerte de palimpsestos siguiendo la estela de las superposiciones de Picabia de los años treinta, o su reinterpretación posmodernista en manos de David Salle y Sigmar Polke durante los ochenta: se trata de explorar por transparencia la máxima cercanía entre los puntos diversos del mundo, forzados en la superficie del papel o del lienzo a una proximidad inesperada, casi intolerable, que los aboca a la confusión de su identidad específica.
El fondo neutro común a todo este proceso y que Marian mantiene en todos los trabajos de la serie, nos ofrece sin embargo todavía un plano de referencia y estabilidad que frena de algún modo el encadenamiento vertiginoso de las partes, donde al cabo cada una de ellas empieza a cumplir las funciones de la contigua o de la que se le cruza y atraviesa, al modo de los célebres “cuerpos sin órganos” deleuzianos. Las piezas del cuerpo del atleta, por ejemplo, detenidas en una secuencia de poses estáticas al modo de las cronofotografías de Muybridge o Marey, son intercambiables entre sí, mientras que cuanto las rodea se funde con otros objetos, seres y escenas para revelarnos posiciones, posturas, acoplamientos inéditos.
Nos encontramos, pues, ante el mundo de la rocalla: la amalgama completa de los órdenes: lo mineral en continuidad indisoluble con lo vegetal y con lo animal, formando cierta unidad específica que a pesar de su aspecto natural sólo el artificio ha podido destilar. Hablamos, pues, antes de la voluptuosidad del Rococó, capaz de expresar la concupiscencia de cada detalle, inanimado o no, antes que el desbordamiento barroco de las disciplinas o las figuras. El mundo se nos presenta así como un plegamiento infinito (de nuevo con Deleuze), sí, pero sometido a una sensualidad y un nerviosismo que nada tiene que ver con las fuerzas del Barroco. Lo dice con toda claridad y bastante gracia la propia artista desde el título elegido para cobijar estos trabajos: I’m so excited... nerviosa, excitada, pero también encantada e ilusionada.
Del universo barroco no es fácil decir algo semejante, más bien se nos muestra exaltado, exuberante, ubérrimo o desbocado, pero el nerviosismo y la excitación es más propio del carácter craquelado, fino y tan refinado del Rococó. De ello participan estos dibujos sobre papel de lija de Marian Alzola, donde, según cómo se miren, una pose gimnástica puede llegar a apuntar disimuladamente lo procaz, la ropa tendida expresar lo más sutil y exquisito, velando el desnudo y la vergüenza, o el vuelo de las aves organizar las fuerzas invisibles que, como el deseo, las pasiones, la voluntad de respirar, crecer, procrear, animan la vida. Que así sea.
Óscar Alonso Molina
-Naz de Abaixo, Lugo, agosto de 2013-
El cuerpo encogido de soledad.
Una mano que busca entre las piernas del alma y la mirada imaginada, querida, invasora, que obliga a cubrir con vergüenza el rostro.
¿De qué se esconde la redonda exuberancia?
No hay vestidos para el adorno. Solo ropa lavada, sábanas que ocultan secretos.
Mujeres con la cabeza agachada y los ojos cubiertos de la mirada Otra, que no delaten si se prepara la usurpación; que no se descubra tampoco la cesión y la ilusa ventaja.
El ánimo se amilana y los pájaros se abaten desde cielos oscuros.
En los muros infantiles, azules y blancos, por fin los recuerdos de seguridad y protección.
¿Qué deseará la bella de mirada profunda?
¿Con qué mirada sueña?
La vita non é sempre rose e fiori.
¿Hay hombres en equilibrio?
Sagrario Sánchez de Castro
Septiembre 2013
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