miércoles, 1 de febrero de 2012
Marian Alzola, en blanco
Marian Alzola y la comunidad inconfesable
José Luis Corazón Ardura
#7 angeles marques febrero 24, 2010
En mi finca no hay ascensor y ahora lo quieren poner de la siguiente forma: quieren quitar la escalera y en su lugar el ascensor y por la parte de fachada la escalera y de esa forma tienen que quitarme la ventana que tengo en la cocina y ponerme la puerta de entrada a la vivienda por la cocina. ¿ te pueden tapar la luz de la ventana y ponerte una puerta de entrada? Gracias anticipadas
#10 ANA abril 24, 2010
Hola yo queria ver si me pueden informar. Yo vivo en un piso 1º y mi vecina la del segundo me ha puesto tendederos en el balcon,hacia afuera,total que su ropa cae encima de mi patio.Mi patio es pequeño tiene 18m” y yo subi y le pedi por favor que los quitara porque yo estoy en mi patio y tengo su ropa encima mia ,tanto si estoy comiendo como si estoy tomando el cafe.Y ella me contesto que para ella eso es un patio de luces,y se quedo tan pancha.Yo le dije que podia poner un tendedero en su pared de esos que se abren y la ropa le queda a ella dentro de su balcon y a mi no me molesta y me dijo que no, que entonces le molesta a ella. Asi que me gustaria saber si yo tengo derecho a pedirle que los quite.MUCHAS GRACIAS
Si como asegurara David Lynch, una casa era un lugar donde podía ocurrir de todo, imaginemos lo que puede ocurrir cuando estamos hablando de intervenir en el espacio público de los edificios privados, en esta zona común poco habitada denominada, no sin cierta confusión, como patio de vecinos. Como vemos, a juzgar por la información que podemos encontrar fácilmente en internet, podemos considerar que realmente la diferencia clásica que separaba el espacio público y el privado prácticamente ha desaparecido en un sentido ortodoxo. En la actualidad, cualquiera puede encontrar declaraciones inconfesables que no se dirigen con diligencia a nuestros vecinos, ese ser extraño -como lo definiera Rilke- del cual tendríamos una seguridad ante cualquier desastre y con quien compartimos alguna que otra desgracia, sino que buscamos una solución que se lanza al vacío abstracto de la red social, esperando una respuesta concreta a una cuestión que suele estar relacionada con otro problema de mayor alcance: saber si la solución me pertenece a mí o a ese ser –casi el estado-, en el cual confiamos si conviene, denominado, trágicamente, la comunidad de propietarios.
Desde las intervenciones artísticas no vamos a encontrar una solución definitiva a estos problemas que pueden ser, en el caso de Marian Alzola, una reflexión acerca del espacio real del arte en la ciudad. Probablemente, la acción artística se crea destinada a una simple exhibición en algún lugar destinado a este tipo de eventos, como los museos, centros de arte, galerías y últimamente El Corte Inglés. No es el caso de En blanco, una intervención en un edificio de viviendas en Vallecas, donde aparece esta condición extrarradial positiva del propio arte actual. Ahora se trata de intervenir en un espacio público, pero no utilizando la pintura, la escultura o el graffiti, desplegados sobre las paredes, muros y suelos. Al contrario, se trata de insertar el espacio de lo urbano en una zona común de un edificio, a través de una suerte de transcripción de las señales habituales que encontramos en lugares como ascensores y pasillos, escaleras y portales, o en esa puerta invisible que resume uno de los lemas más apropiados a los tiempos que vivimos, donde puede leerse: salida de emergencia.
En la actualidad, también se ha modificado la noción de espectador. En este caso, el propio vecino gana una nueva cualidad. Al traer la calle al interior se muestra otra fachada, no sólo de la propia ciudad ampliada, sino de la propia acción del arte. Marian Alzola ha ido señalando estos espacios desde el bunker y desde una zona poética que ha identificado con el uso simbólico del color. Sin duda, la busca alrededor de la ciudad, también forma parte de la deriva que nos impulsa a introducir este elemento hermenéutico desde antiguo al que denominamos ropa. ¿Qué mejor etimología para mostrar qué cosa sea la pertenencia? Si la propiedad es un robo, la ropa aparentemente inocente, ahí colgada, revela el antiguo sentido del vocablo, relacionado con el valor siniestro de la mercancía. Si el estudio de la moda y de la ropa de Barthes o Derrida, tiende a mostrar el aspecto estético, cuando no dedicarse a quitar el vestido lúdico, por otra parte mostraron cómo la tendencia, considerada con gran tendedero, está unida a un sistema interpretativo.
El cambio de sentido en esta intervención, tiene que ver con una lectura de Marian Alzola sobre una cierta higiene que tiene ante sí el hecho de incluir una interpretación de signos comunes de la ciudad, considerados siempre desde el umbral que va de lo público a lo privado. Como puede leerse en sus dibujos, no sólo mostrando su sentido punitivo (No pasar), como el carácter de advertencia (Esperen) o como mero dispositivo para entrar o salir (Subir, bajar) de algún sitio.
La comunidad busca soluciones a los problemas que debían solucionarse a través del diálogo directo, pero buscar en un anónimo conocedor, a quien podemos hablar abiertamente de los problemas cotidianos que desequilibran la tranquilidad de nuestros hogares, no tiene precio. Y es que ese vecino, sepamos o no su nombre, conoce nuestros deberes y privilegios. Este ser no es un huésped, sino un integrante de esa actualidad de los que no tienen comunidad, esto es, cualquier comunidad de propietarios. Lo inconfesable es dar cuenta desde el arte actual de que no es un espacio cuya acción permanezca ajena a la realidad. Este aspecto político de la intervención de Marian Alzola es cuestión de ausencia y de limpieza, de atreverse a considerar la pertinencia de llegar al arte a través de una efectividad real.
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